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  • Foto del escritorShahla Sousa

¿Cómo educar nuestro paladar?

¿Tienes costumbre de echar mucha sal a los platos? ¿Acompañas todo con salsas? ¿No consigues renunciar a productos muy sabrosos pero nada saludables? ¿Crees que comer sano sabe a poco? La palatabilidad puede ser tu gran aliada en el camino hacia una alimentación más saludable.


¿Qué es la palatabilidad? Es la cualidad de ser grato al paladar de un alimento.

¿Es cierto que la textura, el color, el sabor y el olor del alimento lo hacen más o menos sabroso? Sí.


Alrededor del 70% de productos que encontramos en el supermercado no son saludables, son productos que debemos evitar (algo sobre lo que ya hemos hablado algunas veces) pero el problema está en que nos hemos habituado a su consumo, a esos sabores tan dulces, tan salados, tan grasientos y tan… manipulados.

Si crees que no puedes vivir sin comer embutido, bollos, galletas, Nutella, Cacaolat, bizcochos, patatas fritas, snacks o lo que sea, hoy tengo buenas noticias: Tu paladar puede cambiar.


La palatabilidad de un producto no solo depende de él, también depende de la persona, de los hábitos alimenticios, las técnicas culinarias, la educación, las experiencias (al tener una mala experiencia con un alimento se puede generar una aversión), el apetito, la hora del día, las condiciones ambientales y sociales, etc…

Podemos cambiar los hábitos y reeducar nuestro paladar para que nos ayude a hacer elecciones más saludables.


¿Cómo cambiar la palatabilidad? No hay reglas establecidas, no hay un protocolo y está claro que cada persona es un mundo. Sin embargo conozco a muchas personas que con el fin de mejorar su alimentación, hacen pequeños cambios semana tras semana, empiezan a renunciar a ciertos productos o a sustituirlos por otros saludables y a controlar las cantidades de azúcar, sal y grasas. Y poco a poco, su paladar se reeduca, los productos procesados empiezan a ser saladísimos, asquerosamente dulces, empalagosos o simplemente ni apetecen porqué han descubierto que no les sentaban bien.


Es cuestión de costumbre, cada vez echar menos azúcar en la infusión o el café, acostumbrarnos a los sabores amargos y ácidos y disfrutar de ellos, echar menos sal a la comida…y si te parece poco el sabor siempre puedes probar a usar especias como la cúrcuma, el orégano, el romero, el jengibre, la canela…que además de darle nuevos sabores a tus platos te proporcionan infinidad de beneficios.

Espero que este artículo te ayude a encontrar y a apreciar los sabores naturales.

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